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Channel: El Hombre de Anchiano
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Rato de cloaca.

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La desesperación se dibuja en el horizonte de aquellos que hasta hace bien poco no veían más allá de sus narices. No veían más allá (todo supuestamente) de sus platos en restaurantes de lujo, sus compras, sus putas y su cocaína. Todo dentro de sus coches oficiales, sus vuelos en business a Suiza y su puto dinero manchado con el meconio de neo-preferentistas estafados, jubilados, viudos e incluso muertos, de los españolitos agilipollados que rescatan sus bancos ante la inoperancia política por toda una trama que los pocos jueces no asignados por el PP están intentando destapar y que Higgs sabe cuándo darán el carpetazo definitivo. Tenemos lo que nos merecemos, pero eso no quita para que nos jodan noticias como la de esta semana. Rodrigo Rato visita al ministro de Interior y Religión. En su despacho ministerial, ese que también mantenemos entre todos, como a la Iglesia. Y como a Bankia y el resto de cajas de des-ahorro. Cacerías, timbas y mierda embotellada que se nos acaba atragantando a los que estamos al otro lado.

A plena luz del día, sin nocturnidad, pero con una premeditación y una alevosía digna de cualquier albano-kosovar que entra en tu casa para darte dos hostias si te resistes a ver lo que ha venido a hacer. Así es como Rodrigo Rato se ha vuelto a montar en el tren de la rabiosa actualidad. Esa rabiosa actualidad que transmite como la rabia que contagian las ratas de cloaca, demostrando una desastrosa falta de tacto para con los ciudadanos y dejando de manifiesto que precisamente eso es lo que son. Todos. No hay excepción ya, de tantas mellas que tiene la regla. El virtuosismo que otorga vivir en esos mundos paralelos en los que no se tocan monedas, ni siquiera billetes. Todo con tarjeta, hasta las chuches. “-¡Apúntamelo, Pepe! +¿Pepe o Pepé? -JAJAJA ¡¡Cómo me conoces, cabronazo!!” Esos aires de grandeza que les han dado los trinques sucesivos. Un tío que ha llegado a presidir el FMI… me da qué pensar sobre lo que estamos sufriendo todos en Europa Sur. No hay política ya. Sólo Economía. Políticos reconvertidos a tiburones en las grandes empresas e instituciones. Como buenas ratas, conocen las alcantarillas de todos esos palacios. Saben donde asomar la cabeza sabiendo que no les pasará nada.

La perversión de lo ajeno tiene su análisis ético cuando es entre iguales. No es justificable, pero hay pervertidos (no hablo de sexuales). Sin embargo, cuando manejas el futuro de tantas y tantas familias tienes que ser capaz de analizar que tu vidorra está subvencionada por ancianos que hoy están malviviendo por lo que tú has hecho. Y saltas del barco en Mallorca, como las ratas de cloaca. Rato de cloaca. Quedas en evidencia, igual que por mucho que se prepare la intervención quedará en evidencia el ministro Fray Fernández Díaz. Una reunión que nunca debió ser. Ni siquiera dentro de un coche en una gasolinera. Porque señor ministro, usted tenía que haber declinado esa invitación. Por puto sentido común. Porque ahora, por mucho que nos cuente mañana, nos importa tres cojones. El daño ya está hecho. Es un “No es lo que parece” cuando ya no nos lo creemos. Mirándolo por otro lado, a lo mejor está bien que intervenga para algún iluso acabe de decidirse sobre qué hacer en las generales, así que salga y cuente su versión. Una versión original desvirtuada y esperada ya gracias a la ineptitud del papanatas del plasma, que al más puro estilo Juancarlos no es capaz de saber qué se puede decir o no decir si no se lo escriben en un papel. Qué país, señores.

A saber cuándo somos capaces de establecer un modus vivendi con noticias sobre avances científicos para la detección de incendios, o el reciclaje de basura, o vacunas, y no con recortes en I+D, o quién ha trincado en la adjudicación de la planta de reciclaje, o cuánto ha ganado la empresa de las vacunas. A ver cuándo. Se piensan que los demás son tan tontos que les siguen votando, que puede ser, y tan adormilados por los éxitos de la Roja, Nadal y Alonso que me alegro de que todos ellos vayan fracasando cada vez más y de alguna manera recuperemos que la gente piense en lo que le jode, y no en lo que le alegra. Que habrá niños que pasan hambre aunque se abran comedores de verano, y habrá parados de larga duración y currelas que trabajan en condiciones laborales denunciables, pero no denuncian por si les echan, y habrá facturas sin IVA porque si no no llegan a fin de mes. Pero a esos no les recibe el ministro en su despacho. A esos, al ministro le vale con seguir viéndoles en la calle, cerca de las alcantarillas de las que salió Rodrigo.


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