En 2014 comencé a escribir por culpa, en parte, de mi padre. Verle envejecer estando dispuesto a escribir sus memorias (o lo que él perjura que son sus recuerdos) con más de 80 años me hizo pensar que quizá lo mejor fuera empezar a escribir de los treinta y tantos y así no tener que andar poniendo la alfombra roja a los sesgos de memoria dentro de medio siglo… quién sabe si llegaré. Creé un blog en el que reflejar lo mal que me sentaba que día sí y día también estuvieran destapándose escándalos de corrupción que a lo mejor hasta hubiéramos preferido no conocer nunca. Pasaron un par de años y decidí preguntar a la poca audiencia que tenía por aquel entonces si preferían que comenzase a escribir sobre temas de muy diferente temática a la política nacional, y me dijeron que “sí” más del 80% de los que votaron. Todo ello sucedía mientras subía contenido a mi cuenta de twitter con temáticas diversas, intentando esquivar la política. Biología, matemáticas, geología, historia, física, arqueología, astronomía…
Uno de aquellos tuits llamó la atención del editor jefe de una maravilla que desconocía hasta entonces: Principia Magazine. Un mensaje privado desde @principia_io me preguntaba si estaría interesado en colaborar con algún artículo al hilo de mi histórico de tuits… y después de sopesarlo y de -como siempre hago- advertir que no soy ni científico ni periodista, no me pudo parecer mejor idea. Siendo alguien que se suele sentir sobrepasado con los halagos, no nos engañemos: a veces gusta que te ofrezcan cosas así, que alguien con tanto nivel valore lo que haces. El formato de la revista me pareció formidable porque permite al redactor contar la ciencia de manera relatada en textos en los que dar rienda suelta a su imaginación a la vez que encapsula píldoras científicas, algo apartado de los mundanales artículos científicos de prensa o las noticias de televisión. Para colmo, todo ello está perfectamente coordinado por un loco genio llamado Quique, y su equipo en Principia Magazine.
Después de varios años escribiendo, la oferta de participar en el “Gnosynaikon” - el último número ya a la venta aquí- me parecía una preciosa locura, a la vez que de máxima exigencia por la prisa para dejar el texto listo en mucho menos tiempo de lo habitual. La realidad confirmó esa posibilidad. Por primera vez desde que escribo, me sentí agobiado de no entregar en fecha porque sufrí el síndrome de la página en blanco (tanto que incluso llegué a ofrecer mi espacio a alguien que infravalora su facilidad para escribir rápido y bien: el @becarioenhoth). Después de semanas dando vueltas, buscando escenarios diferentes, tratando de encontrar estímulos que me hicieran mejorar el hilo conductor… el resultado no me gustaba mucho, y al pasarlo a edición, había una serie de incongruencias que no había tenido en cuenta. Tenía que volver a empezar. La muerte.
Finalmente, todo siguió su curso gracias a la inestimable ayuda de Quique y el Becario y pudimos hacer de “El trato” una realidad. Espero que os atreváis a disfrutar de un formato como el “elige tu propia aventura” aunque solamente sea por el trabajazo que hay detrás de él por parte de todos y cada uno de los redactores, pero sobre todo por el esfuerzo y las ganas que le han puesto desde el equipazo de Principia Magazine. Creedme, no os arrepentiréis.
Os dejo aquí de nuevo el enlace: https://shop.principia.io/catalogo/el-desafio-del-gnosynaikon/