Salí de la oficina, me acerqué al hotel a dejar algunas cosas y me embarqué en la línea que une Alcalá de Henares con Atocha. Dos transportes públicos después y una llamada previa a @ProyectoKennis para encontrar la puerta que con mi nula orientación ni mirando en Google Maps encontraba; llegué hasta donde me dijo. Por fin. La primera sorpresa, en la entrada. Era miércoles y no nos acordábamos de que era gratis. Empezaba bien la visita al Planetario de Madrid. Había leído por ahí que se proyectaban videos non-stop, que había exposiciones, que la remodelación de la cúpula había sido a mejor... Yo no había estado nunca, así que no tenía con qué comparar. No obstante, he de decir que no me quejo de nada más que de mi corta estancia... y eso sólo es culpa mía.
En la recepción nos da la bienvenida el proyector que antes iluminaba los viajes al espacio de los que miles de personas disfrutaron en la cúpula antes de la remodelación del pasado verano. Un poco más adelante, en la Zona Audiovisual, nos reciben una serie de fotografías de la fabulosa colección «Los colores del cielo profundo» de Rogelio Bernal Andreo (mundialmente reconocido astrofotógrafo), en las que se nos habla de algunas imágenes del Universo en sus diferentes apariencias, métodos, colores… Os dejo unas cuantas fotos para que valoréis vosotros si es algo que merezca la pena ver o no. Yo creo que sí, y mucho. También ahí se reproduce de manera ininterrumpida el documental «Nuestro lugar en el Universo». Yo no tenía tiempo para verlo, así que poco o nada os puedo decir sobre él.
Todavía asombrados con la belleza del Universo y el nivel de detalle que habíamos visto en las fotos, abandonamos la zona camino del auditorio de la cúpula. Llegábamos a última hora con la única posibilidad de ver allí el documental «Spherium», y sinceramente admito que, después de los trailers, me quedé con las ganas de ver «Dark Universe», pero la proyección era a las 17.30h.; demasiado pronto para mi apretada agenda. Sobre el documental, mejor verlo para opinar. El trabajazo de diseño asistido por ordenador y el guión que tiene que tener detrás el documental es para quitarse el sombrero, por cómo introduce y encadena conceptos que solo los iniciados podrían entender si no se explica. Si acaso, y a tenor de que (al menos cuando estuvimos) había mucho niño entre la audiencia, a lo mejor la incursión en la física cuántica se les pudo hacer un poco bola, como la carne. Pero vamos, que con preguntar y/o desconectar durante ese rato lo tienen hecho y seguro que aprenden un montón sobre otras muchas cosas de las que se habla: sistemas binarios, planetas errantes, condiciones de habitabilidad, viajes interestelares y, lo que considero más importante, el concepto, la concienciación de que por no cuidar la Tierra se han tenido que buscar otro lugar y llevarse una pareja de cada especie para repoblar el siguiente destino. Me parece muy bien hilado todo, la verdad.
Son las 19.45h y uno de los encargados de sala nos insta a abandonar el recinto por ser ya la hora límite, cosa que, de alguna manera, es una cruel metáfora de lo que nos ocurrirá a los seres humanos como especie si sobrepasamos el punto de no-retorno, tal y como se trata también -y tan bien- en el documental «Spherium». Así acabó nuestra fugaz visita y, humildemente, sólo puedo agradecer al Planetario de Madrid (@PlanetarioMad) su labor para recordarnos que entre todos podemos hacer que el mundo sea un lugar un poco mejor, y a @ProyectoKennis que posara sin saberlo para la última imagen, que hiciera de guía no sólo ahí, sino por mis ratos en la capital... ¡Volveré!